Nuestros niños, niñas y adolescentes merecen ser tratado con respeto y no debemos pensar que porque son nuestros hijos o son pequeños tenemos el derecho a vulnerarles su dignidad.
Ser padre, madre o adulto cuidador te da la autoridad de guiarlos, acompañarlos y también te da la gran responsabilidad de protegerlos de cualquier acto de violencia o maltrato.
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