Así como nosotros nos sentimos muchas veces frustrados, tristes, cansados o con poca motivación, es normal que a nuestros niños y niñas también les ocurra.
Es posible que por querer proteger a nuestros hijos evitemos que surjan toda clase de emociones displacenteras, o incluso cohibamos las lagrimas.
No tiene nada de malo que nuestros hijos se sientan tristes, frustrados o molestos y expresen sus emociones con el llanto, apatía o incluso irritabilidad; como padres debemos permitir que nuestros hijos vivan sus emociones, las exploren y comprendan.
Y una de las mejores formas de afrontar las emociones es enfrentarla, escucharla, entenderla y abrazarla.
Procuremos abrir espacios con nuestros pequeños en los que podamos dialogar de las emociones y vivirlas junto a ellos 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚𝐫𝐭𝐨 𝐞𝐥 𝐞𝐥 𝐥𝐥𝐚𝐯𝐞𝐫𝐨 𝐞𝐦𝐨𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚𝐥 𝐲 𝐥𝐚 𝐫𝐮𝐞𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐞𝐦𝐨𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐦𝐢 𝐩á𝐠𝐢𝐧𝐚 𝐨 𝐞𝐧 𝐦𝐢s 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐚𝐜𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐫𝐬𝐨𝐬 𝐈𝐧𝐬𝐭𝐚𝐠𝐫𝐚𝐦.