Cuando castigamos a los niños les robamos la oportunidad de aprender desde la responsabilidad y fortalecer aquellas habilidades que necesitan para afrontar la vida.
Es por esto que el verdadero camino del aprendizaje está cuando los capacitamos y les mostramos confianza en su capacidad de enfrentar los retos.
Te muestro esto con un ejemplo:
Miguel tiene 7 años y se siente frustrado porque no puede armar su juguete, por lo tanto lo tira contra la pared.
Sus padres eligen castigarlo y le dicen que no jugará por dos semanas con juguetes porque no sabe cuidarlos.
Miguel al recibir el castigo “paga” por su comportamiento y por lo tanto no aprende la importancia de gestionar sus emociones y de no dañar las cosas.
Entonces ¿qué hacer diferente? corregir la acción expresándole que no está bien tirar las cosas cuando está molesto. Y una vez esté calmado pedirle que repare su juguete y enseñarle alternativas para que pueda gestionar sus emociones sin dañar o agredir.
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Cuando le enseñamos en lugar de castigarlos tendremos la certeza que en el presente y futuro nuestros hijos tendrán la capacidad de corregir o cambiar 𝐬us comportamientos porque han aprendido las habilidades que necesitan para enfocarse en soluciones y responsabilizarse de los errores cometidos.
Deja un comentario si eres un convencido que a través de la enseñanza se logra la verdadera transformación de nuestra sociedad.